viernes, 27 de febrero de 2015

El ladrón. Cap 3. I [Historias con Limón]


Capítulo 1. Cosas de brujas >I< >II< >III<
Capítulo 2. Enlazados >I< >II<

3.
Chesire

Edith Branshaw era una mujer de recursos. Era alta, rubia y escultural, y sabía manejar a los hombres como si fueran títeres. No lo hacía muy a menudo, claro, porque hay que reservar los buenos talentos para las ocasiones en que son necesarios, pero tampoco hacía falta mucho de su parte para que la gente hiciera lo que ella deseaba.


De pequeña había tenido una envidia atroz de su hermana menor –la fea y regordeta Isobel-, porque aunque no tenía belleza, sí tenía poder. Edith había ansiado poder toda su vida, y finalmente lo había encontrado en la figura del apuesto y multimillonario Mr. Branshaw, con quien se había casado apenas un mes después de que se lo presentaran.

Desde que le conoció, Edith había pretendido no haber vivido nunca en nada que no fuera el más ostentoso lujo. Había dejado atrás y olvidado con facilidad la casita familiar de las afueras de Brooklyn donde se había criado, y fingido que jamás había tenido que pasearse por todo Nueva York en busca de agencias a las que les interesase una joven modelo que quería, como todas, beberse el mundo de un solo trago.

Le gustaba sentirse rica, poderosa y observada. Había dejado toda su vida tan atrás que olvidaba casi siempre las cosas que debía. Hacía más de cinco años que no pensaba en los fantasmas del pasado, y bien entrada la noche, cuando podía relajarse en su piscina termal en el invernadero, Edith se acordaba menos que nunca de que había gente a la que no convenía olvidar.

El sonido del teléfono la sorprendió, porque pocos de sus conocidos hacían llamadas a esas horas. La casa estaba vacía –todo lo vacía que podía estar una mansión de dos habitantes con una pequeña legión de criados-, así que Edith tuvo que salir del agua y envolverse en una toalla antes de poder responder.

Reconoció la voz que le dio las buenas noches en francés, a pesar de que hacía siete años que no la escuchaba. Se quedó congelada en el sitio, con una tumbona a dos palmos de ella pero incapaz de sentarse.

—Bonne nuit, madame Sinclair. Aunque tengo entendido que ahora eres una Branshaw, ¿no es cierto, mi querida Edith?

—Gideon.

—Buena memoria. Me alegro de que te acuerdes de mí, cielo. —Su sonrisa se intuía a través del teléfono, a medias traviesa a medias amenazante. —Verás, esperaba que recordases también…bueno, cierto trato, que hicimos hace tiempo.

—Un favor. —Se pasó la lengua por los labios. No se había dado cuenta de que tenía la garganta tan seca hasta que la voz se le escapó en un ronquido, carente de su habitual sensualidad.

—Me alegro que lo recuerdes, chérie. No es gran cosa, te lo prometo.

—¿Qué…qué es lo que quieres?

—Necesito persuadir ligeramente a alguien. Y, ma chère Edith, nunca he conocido a nadie tan persuasivo como tú. Espero que no hayas perdido tu toque.

—Yo…de acuerdo.

—Te enviaré los datos y el punto de encuentro por correo, querida.

—Sí. Yo…¿Gideon? ¿Nuestra deuda…?

—Quedará completamente saldada, chérie, lo prometo.

—De acuerdo.

La llamada se cortó con un bip, y Edith se dejó caer sobre la tumbona. Le temblaban las piernas. No lo había esperado, comprendió. No había esperado que él fuese a cobrar esa deuda jamás. Ni siquiera había esperado que sobreviviese tantos años, teniendo en cuenta las circunstancias en que se habían conocido.

Con un escalofrío, Edith Branshaw comprendió que no iba a poder dormir aquella noche, y se arrebujó en su suave bata blanca, preguntándose si había alguien que la observase más allá de las cristaleras del invernadero. Él podía estar allí fuera, mirándola, sólo para asegurarse de que cumplía su parte.

Con una inspiración acelerada, Edith recogió sus cosas y se apresuró a entrar en la casa, alejándose de los ojos que imaginaba en el exterior.

Blue

sábado, 21 de febrero de 2015

Un lugar para Conor, Laura Lee Guhrke

Un lugar para Conor



Autor: Laura Lee Guhrke

Editorial: Planeta

Orden de lectura: Tomo único

Precio: 8,95 € (Original, Casa del libro)

Valoración Personal: 10/10  Sencillamente perfecto.

Sinopsis: Tras ver morir a toda su familia en Irlanda, Conor Branigan juró que nunca volvería a amar a nadie. Emigra a los Estados Unidos donde sobrevive luchando en combates de boxeo por los pueblos. Pero cuando la hermosa y valiente Olivia Maitland lo recoge tras una paliza especialmente fuerte y lo lleva a su casa, Conor se dará cuenta de que no es la única persona en el mundo que ha sufrido, y que merece la pena seguir luchando por un gran amor.



OPINIÓN PERSONAL


He leído este libro tantas veces que podría hacer esta reseña de mil maneras distintas. De hecho, ahora mismo me pregunto porqué no la he hecho antes, porque dentro de los libros de romántica hay muy pocos (por no decir casi ninguno) que me hayan marcado tanto como lo ha hecho Laura Lee Guhrke con ésta novela.

¿Por qué? Pues un poco por todo. Para empezar, está ambientada en la Norte América sureña de Lo que el viento se llevó, pero en este caso ya ha pasado la guerra. El sur fue vencido, los yankis cobran unos impuestos altísimos y Olivia ha perdido a su padre, a sus dos hermanos y a todos los antiguos esclavos que se quedaron con ella cuando ya no tendrían porqué haberlo hecho.

Sin embargo, también ha encontrado una familia nueva que nunca esperó. Al cuidado de tres hermanas adoptadas, hijas de su difunta mejor amiga, y de una propiedad demasiado grande que se empeña en conservar, Olivia tendrá que hacer frente a un mundo donde una mujer sola poco podía hacer contra los intereses de los nuevos ricos...aunque ella está dispuesta a intentarlo hasta el final.

Y es en ese momento cuando la suerte, o el destino, le envían a Conor Branigan. El tipo de hombre cuya ayuda ella nunca querría. Es grosero, malhablado, arrastra tras de sí todos los demonios de su pasado...y está tirado en una cuneta con las costillas hechas polvo. ¿Que puede hacer Olivia, si no recogerle y cuidarle?

Pensaréis que parece la típica historia. Él es el chico poco recomendable que se tiene que quedar, se enamora y en cuatro días todo son arcoíris y mariposas. Nada más lejos de la realidad. Conor es el tipo hombre que ni puede ni quiere encontrar un hogar. Que vive porque tiene que hacerlo pero nunca se queda en ninguna parte, que enmascara el dolor con cinismo y la rabia con una sonrisa. El tipo de hombre que huye hasta de su sombra y no se da cuenta de que hay cosas de las que no se puede escapar.

Y, creedme, en todos los libros que he leído, nunca he encontrado a nadie como Conor Branigan. Porque aunque parece un personaje que se ha visto muchas veces en la literatura romántica (el hombre torturado que no quiere lazos con nadie), la historia de Conor te rompe el corazón. Y su realismo como personaje, su complejidad, todos sus defectos y sus muy escondidas virtudes...todo eso hace que sea inolvidable.

Pensaréis que, a su lado, Olivia podría quedarse atrás. Y, sin embargo, es todo lo contrario: consigue sorprendernos porque, a pesar de parecer el tipo de chica buena que jamás haría algo reprochable, Olivia es una mujer fuerte, una luchadora, con esa clase de valor que queda enmascarado por su sentido de la justicia, la responsabilidad y el amor. Porque la fuerza de Olivia, y su valentía, vienen de todas las cosas que ama: su casa y sus hijas.

Y, en lugar de tomar el camino fácil, vender su tierra y alejarse de los problemas, Olivia se enfrenta a todas las adversidades con una fuerza y fe inquebrantables. Será Olivia la que le enseñe a Conor qué significa la valentía, que por muchas veces que seas derrotado, hay cosas por las que merece la pena luchar.

Si con esto no fuera suficiente para enamorarnos por completo de la novela, las tres hijas de Olivia sin duda serían nuestro final. Porque cada una de ellas, con su personalidad independiente y ese punto de inocencia que sólo un niño puede dar, hacen que la novela vaya evolucionando. Aunque es Olivia la que lleva la casa, son Becky, Carrie y Miranda las que hacen de ella un hogar. Y las que, poco a poco, se irán colando en el corazón rudo e independiente de Conor.

No quiero decir más cosas para no destriparos la novela, porque aunque el argumento no es muy complicado y la historia no tiene pretensiones de ser nada más que una historia de amor, Un lugar para Conor es un libro precioso que recomiendo a todo el mundo, os guste o no la novela romántica.

10/10

Y vosotros, ¿lo habéis leído? ¿Os gustó tanto como a mí? ¿Habéis leído algún otro libro de la autora?

Este libro participa en la iniciativa Príncipe o Rana.

jueves, 19 de febrero de 2015

Aquel libro que leí: [Clásicos]


¡Buenos días! Lo primero, siento mucho publicar esta sección con unos días de retraso: la semana pasada estuve ocupada y se me pasó por completo la fecha, pero aquí estoy por fin para hablaros de aquel libro que leí. El mes pasado se lo dedicamos a los libros que encontramos Por casualidad y se hicieron un lugar en nuestro corazón, y este mes haremos un viajecito al pasado para adentrarnos en el mundo de los clásicos.


Así que, ¿qué libro clásico habéis leído que os gustó más de lo que esperabais?

En mi caso, cuando pienso en clásicos suelo acordarme primero de Jane Austen, porque es una autora que me gusta mucho. Sin embargo, al pensar en esta sección recordé otro clásico que he leído, y que me sorprendió mucho porque lo esperaba más aburrido de lo que me resultó. Aquel libro que leí fue:



Mujercitas


Autor: Louisa May Alcott

Orden de lectura: Tomo único

Publicación: 1868

Editorial: Debolsillo (y otras)


Sinopsis: Este delicioso y emotivo relato narra historia de la señora March y sus cuatro hijas: sus enamoramientos, sus aspiraciones intelectuales, sus complicaciones, su vida. con una fina descripción de caracteres, muestra el crecimiento de estas niñas poniendo gran énfasis en el espíritu de la libertad individual, inusual para una época en que la mentalidad estaba dominada por un ideal romántico puritano.


Saqué mujercitas de la biblioteca hace al menos cuatro o cinco años. Era verano, estaba aburrida y podía sacar hasta tres libros. Sólo había cogido dos, y no pensaba llevarme más hasta que pasé por el estante de la A cuando iba camino a la salida. Mujercitas me llamó la atención, no tengo claro por qué, y sin pensarlo demasiado lo eché en la mochila.

La verdad es que lo empecé más por curiosidad que porque pensase que iba a gustarme. No había visto la película, ni tenía claro de qué iba, salvo ideas vagas sobre un grupo de hermanas a las que me imaginaba un poco como a las Bennet de Orgullo y Prejuicio. En esa parte no me equivocaba demasiado, aunque si bien ambos libros tienen algunas similitudes, también son muy diferentes.


Mujercitas me gustó porque es una obra sencilla que no se parece mucho a las novelas de ahora. Es una historia bastante sencilla sobre cuatro hermanas: Meg, Jo, Beth y Amy, aunque si mal no recuerdo las dos primeras tienen algo más de protagonismo al ser las mayores. A través de las historias de las cuatro, el libro intenta mostrar cómo debe comportarse una señorita, aunque los caracteres de las cuatro hermanas son diferentes y ninguna se ajusta a ningún molde predeterminado.


No puedo hablaros mucho del argumento porque no recuerdo los detalles. Sin embargo, a las hermanas March se les coge cariño con facilidad, porque a pesar de que en el libro no suceden cosas descabelladas ni grandes aventuras, es más ameno de leer de lo que había esperado. Los libros más antiguos suelen ser un tanto densos, pero Mujercitas me sorprendió con una narración bastante ligera que te invita a seguir leyendo siempre un poco más.

También os puedo decir que si os gustaron los libros de Jane Austen (la única autora similar que yo he leído, de momento), sin duda os va a gustar esta novela. Es sencilla y ágil, y los problemas cotidianos de la familia March resultan agradables de leer por las reacciones que tienen ante ellos las cuatro hermanas. Les cogí especial cariño a las dos mayores, Meg y Jo, porque si bien tienen un carácter muy distinto, también les suceden cosas más trascendentales para su madurez, y me parecieron encantadoras sus reacciones y su forma de pensar.

No tengo un recuerdo muy detallado de este libro en particular, porque lo leí hace tiempo y porque la acción no es muy dramática ni especialmente intensa, pero la verdad es que me dejó muy buena impresión y estoy segura de que lo releeré algún día.

Y vosotr@s, ¿qué clásicos han sido los que más os han gustado?

martes, 17 de febrero de 2015

Discusión. La posesividad.


De este tema creo que se ha hablado ya mucho en otros blogs, y en realidad no había pensado hacer un debate al respecto. He leído muchos libros, sobre todo románticos, donde los protagonistas masculinos (y algunos femeninos, aunque normalmente de forma más suave) se comportan de forma extremadamente posesiva con sus parejas. Sin embargo, la otra tarde me puse a leer Calle Dublín, de Samantha Young, un libro del que había leído buenas críticas y que al empezarlo pintaba muy bien.


Cuál no sería mi sorpresa al encontrarme un par de escenas que me sacaron de mis casillas, donde el protagonista, Braden, parece salido de la edad media. Y decidí que no tenía ganas de callarme más el tema, porque es algo bastante serio y que puede afectar de verdad a lectores jóvenes (entre los que me incluyo), que creen que es muy romántico que un chico te diga "Eres mía", y que las chicas digan "No" con la boca pequeña, esperando que él las aplaste entre sus brazos y las convenza a base de magreos de que en realidad quieren decir "".


Supongo que no soy la única, pero estoy cansada. Acepto la posesividad en ciertas dosis, y puede llegar a parecerme romántico que una vez están en una relación, la pareja se haga comentarios con cierto tono posesivo, en el caso de que alguno de los dos sienta ciertos celos, etc, y siempre y cuando dicha posesividad no implique represión (por ejemplo, que él/ella diga que no le gusta que quede con otros chicos/as).

Es bastante frecuente en las novelas históricas ver tipos posesivos que se ponen en plan macho con "su mujer" (quiera ella una relación o no), que no quieren que nadie más la mire ni la toque. Puedo aceptarlo en ese entonces, porque al fin y al cabo hace 200 años la sociedad pensaba de manera diferente, y está justificado por la época que un hombre piense que una mujer es "suya". No deja de ser machista, pero resulta razonable dentro del contexto histórico, y no es tan fácil de extrapolar a la época actual.


No voy a entrar en análisis sobre las 50 sombras del señor Grey, porque entonces no acabaríamos jamás, y de ese tema se ha hablado mucho. Además, admítamoslo, Christian Grey es tan irreal que resulta casi imposible pensar en él como alguien a quien verías por la calle.

Pero en un libro como Calle Dublín, con unos personajes bien perfilados y una protagonista como Joss, que es una mujer fuerte e independiente...ese comportamiento me chirría tanto que es que no puedo callarme. Braden puede ser muy mono, muy adorable y muy perfecto, pero ese rollo posesivo que se trae me da ganas de pegarle un puñetazo. Y os voy a enseñar por qué. 

Aclaro que este no es el peor libro de la temática, es sólo la gota que ha colmado el vaso, y que no estoy criticando el libro en sí, sólo el comportamiento del personaje masculino en ciertas escenas.

Os pongo en contexto: Joss (ella, la narradora) y Braden (él) se conocen de hace unas dos o tres semanas, se han visto tres veces como mucho. Ella trabaja de camarera en un bar, y un amigo suyo un poco sobón (no voy a entrar en eso, aunque tiene tela) le da un beso porque Braden está mirando, para ver cómo reacciona. Dos minutos después, él la acorrala en la sala de personal y sucede lo siguiente.
[Joss]—¿Qué estás haciendo aquí?
 No respondió y mis ojos volvieron a hacer lo mismo… perdiendo el control, recorriendo su cuerpo [...]
Sentí ese apretón en lo más hondo de mi cuerpo y apreté la mandíbula. ¿Por qué tenía que calentarme tanto? No era justo.
—No me gusta compartir.
Mis ojos volaron a los suyos y, si era posible, él parecía más enfadado que nunca. En esa minúscula habitación, Braden era enorme e intimidante, y la comparación entre nuestros tamaños más notable. Podía aplastarme como un insecto si quería hacerlo.
—¿Qué?

—He dicho que no me gusta compartir.
—No es lo que he oído.
—Deja que lo reformule. —Dio un paso tranquilizador hacia mí—. Cuando se trata de ti… no me gusta compartir. 
Atención al desarrollo de la escena. Jocelyn pasa de sentirse caliente en la contemplación de semejante ejemplar de hombre, a sentirse amenazada por su comportamiento. Amenazada. Que no es una broma, que tienes un tío cabreado, al que has visto tres veces, diciendo que no quiere "compartirte" porque ha visto cómo un chico te besaba (un chico que podría ser perfectamente tu novio, para lo que él sabe). Y a continuación de esta conversación tan civilizada, él pasa a echársele encima y ella, como el cúmulo de hormonas palpitantes que es, se lanza a sus brazos y no acaban teniendo sexo contra la pared porque les interrumpen.

Si ella fuera una cabeza de chorlito, vale, pero por favor, los primeros tres capítulos del libro nos han contado que arrastra un trauma emocional por la pérdida de su familia y que, después de tener muchas relaciones alocadas de joven, huye de los hombres como de la peste, y que jamás se liaría con cualquiera. Pero claro, es que él la pone "más caliente de lo que nadie la ha puesto nunca".


Situación nº2, después de que ella acepte tener sexo con él (aunque lleva un mes diciéndose a sí misma que no quiere complicaciones de ese tipo). Finalmente se acuestan, tienen un sexo alucinante (el mejor de su vida, me gustaría que alguien por favor me diga si este tipo de cosas existen), y dado que el acuerdo era tener sexo sin compromiso, ella espera que él se vaya cuando terminan. Pero, ¡sorpresa! El chico se atrinchera en su cama y la engancha para que duerma con él.
No parecía feliz.
—¿Vas a dormirte de una puta vez?
No contigo en mi cama. Esto no formaba parte del trato.
—Uno: yo compré la cama. Dos: solo es dormir, Jocelyn.
No. Eso es hacer cucharita. Has dicho solo sexo. No hacer cucharita. Follamos, lo pasamos bien y te vas a casa. Ese es el trato.
Me estudió con intensidad durante un momento y luego bajó la cabeza hasta que sus labios casi tocaron los míos.
—Follamos, lo pasamos bien y luego hacemos cucharita. No me voy a casa. No me voy a casa, porque a veces en plena noche me despierto y cuando me despierto quiero follar. Y por alguna razón desconcertante la persona con la que quiero follar eres tú. Ahora, solo voy a decirlo una vez más. Ven a dormir.
Me soltó solo para caer a mi lado y me apretó otra vez contra él. En cucharita. Apreté la mandíbula.
—¿Y si no quiero despertarme para que tú puedas pasarlo bien conmigo?
—¿Por que no te doy un adelanto de lo que quiero hacer contigo para despertarte?
[A continuación, interesante escena en que él le hace sexo oral, y ella queda extasiada.]
Lo había dejado claro. Mis miembros inútiles no protestaron al encontrarme otra vez en sus brazos.
Haciendo cucharita.
—Buenas noches, nena —atronó su voz en mi oído.
—Buenas noches —murmuré, cerrando los ojos.
Entonces las luces estaban apagadas.
 ¡¿Y ya está?! ¿En serio? Desde que ha entrado por la puerta de tú casa (de alquiler y compartida, pero tuya al fin y al cabo), básicamente este tío ha hecho lo que le ha dado la gana. Joss no quiere tener nada que ver con él, pero al proponerle sólo sexo sin compromiso, acepta. Claro que no es exactamente sin compromiso, porque él es empresario y quiere que le acompañe a algunas fiestas.

Hasta ahí, bueno, pero de pronto tenemos una escena en que ella dice claramente que NO tres veces. Que NO quiere dormir con él, que NO quiere nada más que una relación sin compromisos, y que NO quiere estar disponible cuando al señor le dé la gana. Pero todo eso a él se la repanpinfla, porque "como sólo es dormir"...¿y qué? Si alguien te dice que no, es que no. Vale que intentes convencerla, engatusarla, decirle que no hay que hacer una montaña de un grano de arena, etc, pero lo que hace él es OBLIGARLA, agarrarla y decirle que se duerma de una vez. Y como ella no se calla, pues un poco de sexo, ya verás qué rápido cambia de idea. Y lo peor de todo es que, encima, le funciona. Así vamos.

Y aquí la tercera escena, la que terminó conmigo (siento que sea tan larga). 
[Braden, hablando de la relación sin compromisos]—Nunca he hecho esto antes. Y apuesto a que tú tampoco. Así que toquemos de oído. Sin reglas. No hay ideas preconcebidas de cómo debería funcionar esto. Actuemos con naturalidad.
—Te equivocas —murmuré—. He hecho esto antes.
Para mi sorpresa, observé que la expresión de Braden se endurecía al instante. El músculo de su mandíbula se tensó y me lanzó una mirada insondable. Sentía que estaba tratando de taladrarme, pero no podía apartar la mirada a pesar de lo incómoda que me sentía.
—Entonces, ¿cuándo has hecho esto antes?
—No es asunto tuyo.
—Joder, Jocelyn, ¿no puedes responder una pregunta personal?
Estallé de rabia. Lo sabía. Lo sabía de verdad.
—Se acabó, hemos terminado. Esto era un completo error. —Me moví para levantarme, pero me encontré bloqueada en el sofá, boca arriba y con Braden encima de mí. Lo miré con los ojos como platos—. ¡Eres un cavernícola!
—No hemos terminado. Casi ni hemos empezado.
Me retorcí debajo de él, pero eso solo concluyó con él apretando sus caderas con más fuerza en las mías, y eso solo condujo a que tuviera una erección, y eso solo condujo a que yo me ruborizara al notar que mojaba las bragas. Mierda.
—Braden, esto no va a funcionar. No soy tu novia. Dijiste que no te gustaba hablar de sentimientos.
[Siguiente escena de frotamientos, que él usa para convencerla. Aunque ella le pide que pare, él decide seguir restregándose, y ella, por supuesto, se excita con ello, y cede.]
—Somos amigos —susurró pegado a mi boca—. Los amigos pueden hacer preguntas. Dime ¿a quién dejaste que te follara?
—A bastantes tíos. No recuerdo la mayoría de los nombres.
—¿Qué coño significa eso?
Uf. ¿Estaba cabreado? Lo miré, subiendo las defensas.
—No tengo relaciones, Braden. Te lo dije. Pero me gusta el sexo y me gustaban las fiestas. El alcohol no es bueno para una relación de amor.
Se quedó en silencio un momento mientras lo procesaba. De hecho, estuvo tanto tiempo en silencio que supe lo que estaba pensando. Y me sentí mal e inútil. Lo empujé otra vez en el pecho.
[...]
—No me gusta compartir —murmuró.
Lo había dicho antes. Algo se retorció en mi pecho, una mezcla de exaltación e inquietud.
Braden, no soy tuya.
Sus brazos se tensaron.
—Durante los próximos tres meses lo eres. Lo digo en serio, Jocelyn. Nadie más te va a tocar.
Mi cuerpo se olvidó por completo de mi mente cuando esta gritó «corre, corre, corre», y sentí que mis pechos se hinchaban y mis pezones se endurecían pese a ese grito de advertencia.
—Eran chicos, no hombres. Y solo para que lo sepas… nunca obtuvieron de mí lo que tú obtuviste anoche. Nunca lo obtuvieron, porque nunca me dieron lo que tú me diste. Ni de lejos. —Froté mis labios en los suyos y al levantar la mirada me encontré con sus ojos sonriéndome—. Ahí tienes, un poco más de aire para hinchar tu ego. —Mi mano se tensó en torno a su cuello—. Pero es la verdad.
En serio, basta ya. ¿Por qué, por qué es tan importante que él sea el primero en algo? Como ahora no está de moda que las chicas sean vírgenes a partir de los 20, pues parece ser que tienen que estar condenadas a una vida de sexo soso y aburrido hasta que encuentran a su macho, quien les dará el mejor sexo de su vida, en todas las posiciones imaginables, y dejará en ridículo a cuantos amantes haya habido antes de él. Eso sin mencionar que con esa frase ha quitado importancia al hecho de que él la haya intimidado, forzado y hecho sentir culpable.

Atención a la situación. Después de un largo historial de "novias", a nuestro protagonista le entra un cabreo mayúsculo porque su amiga con derechos ha estado con otros hombres antes que él. Y cuando se enfada porque no es algo que a él le incumba, su reacción es cogerla y atraparla bajo el sofá, utilizando de nuevo el sexo para conseguir que ella le responda. Y, después de que le diga que ha habido varios hombres antes que él, él se calla...y ella SE SIENTE CULPABLE. ¿Me podéis explicar por qué demonios debería sentirse culpable por hacer con su vida lo que le plazca? Igual se arrepiente de ello por las circunstancias, o lo que sea, pero, ¿CULPABLE? ¿Culpable por haber estado con otras personas antes de conocerle siquiera? No soy psicóloga, pero eso tiene pinta de ser algún tipo de trastorno dependiente.

Y esto, sólo analizando la parte más obvia, y dejando de lado el hecho de que ella parece aceptar cualquier cosa en cuanto la manosean un poco...porque si no quieres responder una pregunta personal y estás discutiendo con él, que él se ponga cachondo desde luego no debería ponerte cachonda a ti. Si yo discuto con mi chico, en lo último que pienso es en darme un revolcón, mucho menos si él está intimidándome para obligarme a responder.

Y para colmo (Situación nº4) cuando ya formalizan más o menos una relación, un día tienen una cita y ella se arregla, se pone un vestido y se deja el pelo suelto...cosa que, al parecer, le queda increíblemente genial, porque él le suelta que se recoja el pelo y que no quiere que nadie excepto él la vea así. Mira, sinceramente, a mí mi novio me suelta eso y le pongo fino. Es mi pelo, es mi cuerpo, y los llevo como me da la gana. Vale que no te guste que otros me vean desnuda, porque eso implica un grado de intimidad que sólo se da con ciertas personas...pero que tu chico te diga que no quiere que nadie te vea CON EL PELO SUELTO es un comportamiento medieval y controlador. Y, para colmo, ella acepta "a cambio de un favor que él le deberá". Vamos hombre.

Como ya he dicho, la posesividad masculina es un tema bastante recurrente en los libros de romántica. No era un tema al que le hubiera dado mucha importancia hasta que empecé a leer libros actuales, donde las protagonistas pueden ser perfectamente alguien a quien conoces, y aunque se tiende a exagerar a los chicos (ricos, guapos, perfectos...), muchos de ellos también pueden retratar a personas reales. Y me preocupa.

Me preocupa, y mucho, que leamos estos libros como si nada, y además nos parezca normal. Porque el problema de este libro no es que el chico sea posesivo, ni que luego cambie y se vuelva un hombre maravilloso, ni ninguna de las cosas bonitas y románticas que hace entremedias. El problema es que aunque la protagonista le llame bruto, neandertal y le diga que no le pertenece, en realidad le hace gracia. La hace sentirse querida, necesitada. Y ése es el peligro, porque convierte en románticas situaciones que son agresivas: que tu novio le pegue un puñetazo a un chico por besarte, que te diga que no quiere que los otros te vean con una minifalda, que te agarre contra la pared y te bese y manosee porque "sabe" que es lo que quieres. Y lo peor no es que los hombres lo hagan, sino que nosotras pensemos que DEBEN hacerlo para ser unos buenos novios, unos chicos como los de los libros.

Y quiero aclarar que me he centrado en la posesividad masculina porque, por desgracia, fue éste libro el que me hizo saltar, y la chica no es tan exageradamente posesiva como el chico. No quiere decir que la posesividad sólo sea cosa de hombres, ni obviamente que todos los hombres sean así. Que hay muchos más hombres que merecen la pena que los que no, pero lo que no puede ser es que nosotras empecemos a pensar que los comportamientos posesivos son deseables.

Y aunque sé que estaréis todos hartos del tema...¿qué os ha parecido? ¿Habéis leído otros libros donde los protagonistas tienen un carácter posesivo en exceso?

miércoles, 11 de febrero de 2015

Perfect book #2

¡Buenos días! ¿Echabais de menos esta sección tanto como yo? ¡Dos semanas son demasiadas! Pero por fin estamos aquí con la segunda pregunta que nos ayudará a definir nuestro Perfect book, de manos de las chicas de Estantería Compartida.

¿No sabéis lo que es? ¡Pinchad Aquí y enteraos!

2º Pregunta - ¿En que época quieres que se desarrolle?
  • Presente
  • Pasado
    - Medieval / Épico
    - Época
    - Regencia
    - Años 20
  • Futuro
    - Futuro Tecnólogico
    - Futuro Distópico
    - Posapocaliptico
  • Otra opción que se te ocurra


Mi respuesta: Os juro que eso de "Otra opción" sigue tentándome muchísimo, pero he decidido ser una persona sensata y coherente con mi personaje. Para los que no os acordéis, mi protagonista va a ser un espíritu (no un muerto ni un fantasma, no, un espíritu). En teoría eso no me restringe la ambientación, pero la verdad es que elegir un pasado realista como la edad media me resultaría forzado. Podría decidirme por un mundo diferente (y sin época), pero sería coger la opción más fácil dado mi personaje.

Me prometí a mí misma que este reto iba a ser un experimento (a ver hasta qué punto puedo manejarme con mis ficciones), así que finalmente me he decidido por el Futuro. Y como no me convencen ni las distopías ni el apocalipsis, y no tengo claro cómo sería un futuro tecnológico, pues me quedo con un Futuro Utópico. Nada de muertes, dictaduras ni supervivencias forzosas. El ser humano consigue vivir. El ser humano consigue salvar el planeta -y a sí mismo, que la verdad parece todavía más difícil-. Naturaleza y tecnología dejan de ser enemigas para hacer del mundo el lugar más maravilloso que pueda existir, donde no hay guerras, odio ni hambre. Un mundo donde todo es posible, y la única lucha es para encontrar la felicidad.

martes, 10 de febrero de 2015

El ladrón. Cap 2. II [Historias con Limón]


Capítulo 1. Cosas de brujas >I< >II< >III<
Capítulo 2. Enlazados >I<




La bruja le miró, y él vio el desconcierto en sus ojos. Pasó la vista de su taza de café, que aún sostenía en las manos, a él. Lo último de lo que Chess fue consciente fue de que ella había relacionado los hechos –el café drogado que había bebido con el hecho de que él estuviese perdiendo la conciencia-, pero a continuación se sintió caer, y caer, y la negrura le recibió al fondo.


Sentada en su silla, con el ladrón desplomado sobre la mesa, Nana no daba crédito a sus ojos. Eso, por bajar la guardia, se dijo. Claro que no había esperado que él fuera a dar el paso tan pronto. Desde luego, no cuando apenas había pasado media hora desde que había dejado salir su poder como un vendaval para hechizarle.

Se sentía a partes iguales eufórica e irritada. El hechizo había funcionado mil veces mejor de lo esperado, la verdad, porque estaba claro que la droga estaba en el café de ella. Iba a tener que decirle unas palabras a la encantadora señorita que les había servido, con la que estaba claro que el ladrón estaba compinchado. ¿Cómo se le ocurría? ¿Es que se pensaba que podía drogarla y escapar de ella de una pieza? ¿Quién se había creído que era?

Con una paciencia infinita y algo intimidante, Nana se levantó de su asiento y taconeó con fuerza hasta el mostrador. Recurrió a su mejor sonrisa alegre para decirle a la camarera que iba a necesitar otro café. Uno sin somníferos, por favor. La chica tragó saliva de forma audible, y echó un vistazo rápido a su mesa antes de servirla.

Paciencia, se dijo Nana mientras se sentaba de nuevo, aunque no pudo evitar que sus uñas repiqueteasen sobre la mesa. Se preguntaba cuánto tiempo iba a necesitar el ladrón para volver en sí. Tal vez podría haberle ayudado, una pequeña descarga de poder para liberar su cuerpo de los efectos del somnífero, pero estaba bajo mínimos. No se había dado cuenta de que se estaba empleando demasiado en el hechizo de enlace, y ahora su poder era equiparable al de un ratón, y necesitaría unos cuantos días y bastante azúcar para volver a estar en forma.

El ladrón sólo necesitó ocho minutos y diecisiete segundos para empezar a recobrarse. Muy a su pesar, Nana se sintió impresionada por la rapidez con la que el hombre se despejó: sólo necesitó un parpadeo y una sacudida de la cabeza para ponerse en situación. Y había que apreciar la franqueza de su mirada, por muy cabreada que ella estuviera.

—Bueno, no puedes reprocharme que lo intentara, encanto —fueron sus primeras palabras.

—Será mejor que aclaremos algo ahora, Chess. —Tenía que resolver aquello ya, se dijo, o pasaría el día vigilándole con mil ojos. Incluso recurrió a su mejor sonrisa, para que él no pensase que le amenazaba. —Verás, por si no lo has notado, soy una bruja.

—Interesante observación.

—Y, aunque no parece que lo sepas, hacer un juramento a una bruja puede ser vinculante —añadió, sonriendo con dulzura. Había que reconocer que era difícil ponerle nervioso, al menos, porque estaba recostado contra su asiento como si no hablasen de nada más trascendental que el tiempo.

—Sí, empiezo a darme cuenta.

—Sólo para que quede claro. No puedes herirme, drogarme o engañarme. Cualquier cosa que me hagas se volverá en tu contra, como este truquito tuyo de los somníferos. Si pretendes engañarme, lo sabré. Si intentas clavarme un cuchillo por la espalda…bueno, yo que tú no lo intentaría. ¿Ha quedado claro?

—Como el agua. Soy un ladrón, mi querida Nana. Tenía que probar.

—Estás avisado.

Por toda respuesta, él le devolvió una sonrisa y dejó un billete sobre la mesa. No parecía impresionado. Ni alterado. A decir verdad, no parecía que aquella revelación o su pequeña siesta le hubiesen afectado lo más mínimo, porque sonreía exactamente igual que lo había hecho mientras desayunaba.

La bruja no conocía de nada a Chess. No podía saber que era un tipo perseverante. Que lo de rendirse no iba con él. Y que no tenía inconveniente en probar un centenar de formas de librarse de ella hasta dar con la correcta. En el tiempo que le llevó sacar el dinero y dejarlo sobre la mesa, el ladrón calculó las probabilidades de éxito que tenía emprender otro intento tan pronto.

Por un lado, ella no se lo esperaría, como no se había esperado lo del somnífero –ya había que ser ingenua, desde luego-. Por otro…bueno, ya la había visto enfadada. No era una experiencia que quisiera repetir si podía evitarlo, y estaba bastante seguro de que ella estaba al límite de su paciencia, si es que no la había rebasado ya.

Barajó las dos opciones en los segundos que le llevó cruzar la estancia hasta la puerta. La abrió de par en par, y en el último instante se decidió a dejarla salir primero. Le seguiría un poco el juego, se dijo. La brujita no iba a poder estar pegada a sus talones todo el tiempo, por lo que sería bastante sencillo librarse de ella esa misma noche o al día siguiente.

—Y bien, ladrón con recursos. ¿Ahora qué? Aún estoy esperando que me digas a quién vendiste mi bola.

Ah, sí, estaba muy cabreada. Chess tuvo que recurrir a su mejor sonrisa para aplacar los ánimos, y ni aun así estaba muy seguro de conseguir algo. La maldita mujer era como una bomba de relojería, dispuesta a estallar a la más mínima e inocente provocación.

—Bueno, tendremos que ir a hacer preguntas.

—Preguntas. Maravilloso.

—Conozco a un par de tipos en los bajos fondos. Tal vez sepan quién estaría interesado en comprar una bola de cristal.

—Y tal vez tú deberías empezar a pensar en no hacer negocios con desconocidos.

—Sí, señora.

∞·∞

Los tipos de los bajos fondos no parecían en absoluto barriobajeros. Nana se había preguntado si el ladrón no estaba intentando librarse de ella a fuerza de darle decepciones, pero no pensaba despegarse de él tan fácilmente. El primer sitio al que la llevó estaba cerrado a cal y canto, y en la desgastada puerta de entrada se leía “Reparación de aparatos electrónicos”.

El segundo local era una librería, y Nana no entendió absolutamente nada de lo que Chess le dijo a la chica que había tras el mostrador, que acabó echándoles con cajas destempladas. Habría podido intentar un sencillo hechizo de traducción, pero sus fuerzas estaban en las últimas, y cualquier esfuerzo extra podía dejarla inconsciente durante algunas horas. Tendría que fiarse del ladrón, aunque era algo que jamás habría hecho de no ser por el hechizo de enlace que hacía que él no pudiese engañarla, abandonarla o incapacitarla de ninguna manera.

Les costó dos horas, recorrer la mitad de París y cinco intentos infructuosos en tiendas de toda índole hasta que al fin Chess anunció que tenía algo. No era mucho, le dijo a Nana, quien quiso estrangularlo por no contarle de inmediato qué sabía de su bola, pero al menos tenían por dónde empezar.

Y, al parecer, tenían que empezar por un café bien cargado y una llamada de teléfono. No entender nada estaba empezando a poner a Nana muy nerviosa, y cuando el ladrón por fin colgó el teléfono ella le esperaba a dos pasos de distancia, con los brazos cruzados sobre el pecho y el ceño fruncido.

—¿Y bien?

—Relájate, mi querida Nana, vamos por buen camino.

—Para lo que yo sé de ese camino, puedes estar mintiéndome descaradamente —eso no era exactamente cierto, pero él no tenía por qué saber que olería sus mentiras. —¿Qué es lo que has averiguado?

—Vamos a sentarnos y te lo contaré.


Blue

jueves, 5 de febrero de 2015

Mestiza, Jennifer L. Armentrout

Meztiza (Covenant I)


Autor: Jennifer L. Armentrout

Editorial: Ediciones Kiwi

Orden de lectura: Mestiza / Puro / Deidad / Apollyon / Centinela

Precio: 17,90 € (Original, Casa del libro)

Valoración personal: 7/10 Entretenido

Sinopsis: Los Hematoi provienen de la unión entre dioses y mortales; y los hijos de dos Hematois de sangre pura tienen poderes divinos. En cambio, los hijos de Hematois y mortales, no. Los mestizos solo tienen dos opciones: entrenar para ser centinelas, cazando y matando Daimons, o convertirse en sirvientes en las casas de los puros. Alexandria prefiere arriesgar su vida luchando antes que limpiar retretes, aunque de todas formas, puede que termine en los barrios bajos.


AMBIENTACIÓN Y TRAMA

Para todos aquellos que hayáis leído Vampire Academy, lo que voy a contaros a continuación os sonará bastante. Al igual que sucedía en la novela de Richelle Mead, Mestiza se ambienta en la época actual, creando una sociedad que convive con la humana pasando desapercibida. Sólo con leer la sinopsis, las similitudes entre la saga Covenant y Vampire Academy son notables: tenemos una sociedad dividida en una clase privilegiada de sangre pura y otra clase baja encargada de su protección. Además, por supuesto, está la amenaza que suponen los sangre pura convertidos (daimons), aquellos que se han vuelto malvados y adictos a asesinar a sus congéneres.

La sociedad que encontramos en Mestiza tiene un punto bastante original, y es que viene directamente de la antigua Grecia. Los Hematoi, como nos cuenta la sinopsis, nacieron de la unión de dioses y mortales: controlan los elementos y por su sangre corre el éter divino, una sustancia que resulta más adictiva que cualquier droga. Tanto, que los daimon matan para conseguirla. De la unión de Hematoi y humanos surgieron los mestizos, una raza con habilidades físicas superiores que carece del poder de controlar los elementos pero posee una rara habilidad: poder distinguir a los daimons, lo que les hace ideales como cuerpo de seguridad.

Si a esto le sumamos que la novela se ambienta en un Covenant, una escuela donde puros y mestizos se entrenan para su futuro -ya sea en la política o en la lucha contra los daimons-, la verdad es que las coincidencias entre ambas sagas empiezan a resultar sospechosas. Para ser sincera, pensé que el libro me aburriría, porque sí, se parece y mucho a Vampire Academy, pero le di una oportunidad por su ambientación y porque, aunque la trama es muy parecida en un principio, esperaba que al ir avanzando la novela tomase un rumbo diferente.

Y no me arrepiento, porque a pesar de todo, Mestiza es una novela que engancha. Hacia la mitad del libro, los sucesos dejan de ser tan predecibles, y la verdad es que la narración es fluida, agradable y lo bastante cercana como para que no importen los parecidos. Quitando las coincidencias de la primera mitad, se va viendo venir que el rumbo de la novela va a ir por un camino diferente, y la verdad es que aunque sea muy predecible (vamos, desde el principio te imaginas lo que va a terminar sucediendo), al final la narración te atrapa y sepas o no cómo acaba quieres seguir leyendo.

PERSONAJES


Las similitudes en la trama continúan con los personajes, puesto que la protagonista y narradora, Alexandria, tiene al comienzo de la lectura cierto parecido con Rose Hathaway. Una de las cosas que más me han gustado de Alex es que tiene una personalidad muy definida y se ajusta a ella en todas las situaciones. Es impulsiva, irracional, un poco borde y tiende a explotar a la menor provocación. No es una heroína, y a duras penas es una superviviente, simplemente va tirando con todo lo que le llega.

Aunque no sea uno de esos personajes heroicos, la verdad es que resulta divertida y muy inesperada. Su comportamiento explosivo crea situaciones en las que te preguntas qué demonios se le está pasando por la cabeza, y aunque muchas veces sabes qué va a hacer, la verdad es que conocerla es divertido, porque es un personaje bastante fácil de comprender.

Por otro lado, tenemos a Aiden, una versión joven y algo diferente del Dimitri de Richelle Mead. Aiden es un puro, lo que significa que está a una distancia inalcanzable para Alex. Sin embargo, al ser un Centinela y ofrecerse para entrenarla (¿os resulta familiar?), tanto Alex como él comienzan a sentir esa atracción irresistible de los amores prohibidos. A Aiden tengo que reconocerle que es un personaje completamente diferente a Alex: serio, centrado, con los objetivos muy claros. El asesinato de sus padres le llevó a convertirse en Centinela, una carrera extraña para un puro, y es el tipo de chico bueno y responsable que siempre cumple con su deber.

Y, finalmente, tenemos a nuestro último protagonista, que aparece como una insinuación de triángulo amoroso: Seth. Además de ser el Apollyon (un mestizo con poderes sobre los elementos, elegido por los dioses para controlar a los puros), Seth es uno de esos personajes que no tienes del todo claro cómo etiquetar, porque tiene muchas facetas diferentes. Si tuviera que tener un homólogo en Vampire Academy, éste seria Adrian, pero las similitudes no van más allá de ser una segunda opción para la protagonista. Y, tengo que decirlo, Seth me ha gustado como personaje, precisamente porque es un poco inestable. Es muy poderoso, bastante egocéntrico y sin duda un presumido, pero a pesar de los aires de suficiencia y esa apariencia de no tomarse nada en serio, lo cierto es que se puede atisbar en él un fondo diferente. Es uno de esos personajes a los que quieres conocer un poco más, porque no se sabe mucho de él.

Además de nuestros tres protagonistas, tenemos una serie de secundarios que están bastante bien perfilados, aunque su importancia en la trama es la justa. Lea, archienemiga por excelencia de Alex (aunque, la verdad, es agradable que se reconozca que se odian por igual en vez de ser el tipo de personaje que sólo fastidia porque sí). Caleb, su mejor amigo y el que más peso tendrá en la historia porque se comporta casi como el hermano de Alex. Marcus, director del Covenant, y Lucian, padrastro de Alex; y algunos otros compañeros cuyo nombre he olvidado. Están bien estructurados, pero sabemos de ellos poco más que la opinión que Alex nos da.


A pesar de que tanto la trama como los personajes de la saga son muy similares a los de Vampire Academy, y se pueden prever ciertos sucesos tan sólo porque siguen la misma pauta, Mestiza refleja algunos cambios que me han acabado gustando. La ambientación genera bastantes puntos originales, pero sobretodo el desarrollo de ciertos personajes refleja que, a pesar de los parecidos, las dos novelas son bastante diferentes en el fondo.


7/10

Y vosotros, ¿lo habéis leído? ¿Os gustó? ¿Querríais leerlo?

lunes, 2 de febrero de 2015

Once escándalos para enamorar a un duque, Sarah Maclean

Once escándalos para enamorar a un duque (Love by Numbers III)

Autor: Sarah Maclean

Editorial: Versatil

Orden de lectura: Nueve reglas que romper para conquistar a un granuja/Diez lecciones para dar caza a un lord y que te adore/Once escándalos para enamorar a un duque

Precio: 19,95 €

Valoración Personal: 6,5/10  Entretenido.

Sinopsis: Juliana Fiori es un espíritu apasionado. Es impulsiva, valiente, decidida y poco le importa lo que opinen el resto de la alta sociedad londinense, lo que la convierte en el blanco favorito de los cotilleos de la ciudad. Es nada más y nada menos el tipo de mujer que el duque de Leighton querría tener lo más lejos posible. El duque tiene una intachable reputación que proteger pero juliana está dispuesta a demostrarle que nadie puede resistirse a la pasión, aunque se trate del mismísimo duque de Leighton, y tiene dos semanas para demostrárselo.



OPINIÓN PERSONAL


Leí Once escándalos después de terminar el primer libro de la saga: Nueve reglas que romper... El argumento me atrajo más que el de la segunda parte, y como son libros independientes no hay problema en saltarse uno (en este caso, algunas cosas que sucedían en el libro anterior se mencionaban en este, pero no supone un problema no conocerlas, es más, es casi un aliciente no saber el "misterio").

Después de haber leído los tres libros, puedo decir que éste ha sido con diferencia el que menos me ha gustado. Mientras que Ralston y Callie, protagonistas del primero, eran geniales tanto juntos como por separado, y del segundo la protagonista femenina me encantó, en este libro la verdad es que ninguno de ellos me ha gustado tanto como sus antecesores. Tal vez porque las comparaciones son inevitables.

En Once escándalos nos encontramos con Julianna, hermana de los protagonistas de los libros anteriores. He de decir que, como personaje, Juliana me gustó bastante en el primer libro, y sin embargo en este me ha parecido un poco pesada. Continúa teniendo los mismos problemas que tenía: no puede escapar de la sombra del escandaloso pasado de su madre y, al ser medio italiana, no se ha criado con unas reglas tan estrictas, lo que hace que meta muchas veces la pata en sociedad.

Estas cosas, en sí mismas, no son un problema. El problema es que Juliana se lamenta la mayor parte del tiempo porque crea escándalos allá donde va, se avergüenza y se dice que eso es por ser hija de su madre. Hasta ahí puedo entenderlo. Pero cada vez que hace algo escandaloso, se dice que no era su intención, que quiere cambiar y encajar en la sociedad...cuando es mentira. A Juliana le gusta su forma de ser, lo que no le gusta es que los demás la miren mal por ser como es. Lo cual apruebo por completo, pero ella insiste en engañarse al respecto, lo que hace que su personalidad resulte, en conjunto, algo débil y caprichosa.

Creo que a Juliana le falta mucha fortaleza, y la capacidad de decidir si es más importante comportarse como los demás esperan o hacer las cosas como ella desea. No puedes estar lamentándote en una página de que el escándalo te persigue, decir que vas a cambiar...y a la siguiente hacer, con todo conocimiento de causa, algo que sabes que es escandaloso. Y ya no sólo hacerlo, sino insistir en ello y no retractarte. De esa forma, no pareces estar defendiendo tu personalidad, sino encabezonándote en un deseo egoísta.

Por otro lado, tenemos al duque de Leighton, cuyos motivos para ser un capullo egocéntrico y narcisista son bastante vagos (que sus padres le repetían constantemente que, como duque, el honor de la familia estaba por encima de todo). No me parece mal que ésa sea su forma de ser, porque al menos no cae rendido a los pies de Juliana en dos segundos (aunque, por supuesto, siente una increíble atracción por ella). En realidad, me gustó mucho el comportamiento de Leighton al comienzo del libro, incluso siendo un capullo, porque era muy realista y consecuente con sus actos y su personalidad.

También se puede apreciar más evolución en él que en Juliana, cómo van cambiando sus prioridades, aunque me parece que el detonante debió haber sido su hermana, y no Juliana -ya que, en comparación, habría quedado algo más emotivo-, pues el final y esa demostración de amor me parecieron un tanto forzados.

Una cosa que, sin embargo, me ha parecido bastante original, es que sea ella la que le persigue a él, y que es ella la que habla de que la pasión es importante (cuando normalmente las mujeres en los libros de romántica histórica sólo hablan de amor). La historia de amor es algo predecible, pero se dan algunas situaciones originales en el hecho de que ninguno de los dos quiera interesarse por el otro.

En conjunto, Once razones para enamorar a un duque es un libro entretenido pero que pierde muchos puntos en la comparación con los anteriores. Los aspectos más interesantes están en la relación de los protagonistas, y en el cambio que se va viento en Leighton según avanza la novela.


6,5/10


Y vosotr@s, ¿habéis leído algún libro de la saga? ¿Qué os ha parecido?

domingo, 1 de febrero de 2015

¡100 seguidores y nueva apariencia!

¡Sí sí, como leéis! ¡Con tinta de limón ha llegado a los 100 seguidores! Estoy en una nube de felicidad, no me puedo creer que haya tanta gente siguiéndome y que os interesen las cosas que tengo que contar. Muchísimas gracias a todos los que me seguís, a todos los que aguantáis mis desvaríos y, sobretodo, a los que además de leer mis entradas me dais vuestra opinión. Muchas gracias a todos porque, cuando abrí el blog, no pensé que fuera a llegar a este punto ni en mil años.

Y también, como seguro que ya habéis visto, estrenamos una nueva apariencia. Llevaba ya un tiempo queriendo cambiarla, porque cuando comencé el blog puse algo lo más sencillo que pude para no complicarme demasiado. Y aunque siguen gustándome las cosas sencillas, lo cierto es que necesitaba un poco más de personalidad, aunque como veis la paleta de colores es muy similar.

No estoy segura de si he hecho muy bien el cambio (lo he trasladado desde un blog de prueba, y a lo mejor se me ha pasado algo por alto), por lo que si hay algún enlace que no funciona o veis cosas raras, por favor avisadme. 

¿Qué os parece el cambio? ¿Hay algo más que pensáis que estaría mejor de otra manera?

pinterest

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